Por Luis Felipe Pinzón Uribe y Hernando Sotelo Rojas
La actividad ilícita inicia en los años sesenta con la siembra de grandes cultivos de marihuana donde con la introducción en los años ochenta de los cultivos de coca, debido a las altas ganancias de esta desplaza a la marihuana. El cultivo de la hoja de coca, a diferencia de la marihuana, ha existido desde tiempos milenarios. La han usado comunidades indígenas de los Andes, del sur del país, y de la Sierra Nevada de Santa Marta. La posterior expansión en los años noventa, respondiendo a procesos económicos y sociales, se identifican como el periodo de crecimiento de los cultivos ilícitos en Colombia, debido al incremento en la demanda de drogas desde el exterior y a la acción de los Gobiernos de Perú y Bolivia para la disminución de las áreas cultivadas. Para el año 2001 se llegó a estimar que en Colombia existían 2 hectáreas sembradas con cultivos ilícitos por cada 100 hectáreas de terreno. Se estima que las primeras siembras de coca se desarrollaron en áreas de colonización de los llanos orientales y de la cuenca amazónica sobresaliendo por su relevancia las regiones del Guaviare y el Caguán.
El proceso de las drogas ilícitas
El común denominador en el desarrollo de la siembra de los cultivos ilícitos ha sido la alta rentabilidad de estos en regiones donde no hay presencia del estado, donde la existencia de grupos armados ilegales garantizan la seguridad de los cultivos, donde no existen vías de comunicación, el estar localizados en zonas aisladas de difícil acceso para la autoridades, la existencia de abundantes cuerpos de agua que les permita su uso para la siembra, producción y disposición de residuos producto de los procesos de fabricación de las drogas como el uso de estas corrientes para introducción de las sustancias químicas básicas para la producción, el estar localizados en zonas de frontera donde el ingreso y transporte de insumos es más fácil y en regiones donde su índice de población es muy bajo, es importante recalcar que ni los parques naturales de Colombia se vieron excluidos de estas prácticas.
Un elemento fundamental es la presencia de áreas con abundante cobertura vegetal que dificulte la localización de los cultivos como de los laboratorios. En zonas entre los 2.200 msnm y los 2.800 msnm donde las condiciones de clima frio son predominantes, se desarrollaron cultivos de amapola hacia finales de los años ochenta lo que constituyó en una diversificación de estos cultivos con el fin de suplir en parte los mercados del producto proveniente del llamado triángulo de oro en oriente. Los cultivos de amapola se identificaron en zonas de los departamentos de Huila, Cauca, Tolima y Santanderes. Entre el 2005 y 2006 se ha detectado la presencia de cultivos en áreas de los departamentos de Tolima, Nariño, Huila, Cauca, Cesar, Caquetá, Guajira y Meta. Su localización corresponde a bosques de niebla en zonas de sub-páramo y generalmente aisladas. Al igual que la amapola la marihuana a mediados de los años sesenta se centró en zonas de la Sierra Nevada de Santa Marta, presentó un auge a mediados de los años setenta donde se extendió a zonas de colonización en la región de los llanos orientales, Magdalena, Cesar, Caquetá y Tolima. Aunque la producción se mantuvo estable durante algunos años, esta decayó debido a la aparición de nuevas especies, tipo sin semilla, a la baja rentabilidad ante cultivos como la coca y al auge de cultivos de carácter agrícola. La implementación de cultivos ilícitos y de sus actividades conexas ha generado una variedad de impactos sobre el medio natural mediante el desarrollo de acciones de carácter antropogénico ejercidas sobre los diversos ecosistemas afectados por estas.
La adecuación de los suelos
La primera actividad desarrollada para la implementación de los cultivos ilícitos es la deforestación, rocería y tala de bosques, en su mayoría primarios, con la posterior quema indiscriminada de los mismos sin ningún tipo de control lo que ha llevado a la afectación de miles de hectáreas. Se estima que para siembra de 1 hectárea de marihuana se deforestan 1,5 de bosque; para la siembra de 1 hectárea de coca se deforestan 4 de bosque y para 1 de amapola de deforestan 2,5 hectáreas de bosque. Se ha calculado que la quema de una hectárea de bosque destruye 140 m3 de madera de los cuales el 30% corresponden a especies potencialmente comerciales, y de estas el 80% son especies que se consideran endémicas que solo existen en el ecosistema amazónico.
Mantenimiento de los cultivos ilícitos
La búsqueda de una mayor producción de los cultivos debido a la escasa capacidad de producción de los suelos en zonas selváticas, por su vocación, hace de gran importancia la aplicación de plaguicidas, fertilizantes, abonos y sustancias prohibidas, como el parathion y compuestos órgano clorados, que los labriegos usan indiscriminadamente. En el caso de la amapola que se cultiva en minifundios su mantenimiento es menor que el de la coca ya que las condiciones de los suelos y de humedad donde se siembra, en las áreas de sub-páramo, son suficientes sin embargo la búsqueda de aumento en la cosecha hace que se apliquen. Los efectos ambientales más relevantes de esta práctica se centran en la modificación de las condiciones fisicoquímicas del suelo, al incorporar estas sustancias que por su exagerada aplicación se acumulan en este, deteriorando la calidad de los cuerpos de agua y de los alimentos, generando una persistencia acumulativa y nociva en las cadenas tróficas, con efectos negativos en la calidad de la vida de la población que tiene contacto con estos. Las altas concentraciones de estos compuestos que son arrastrados a las corrientes de agua generan la intoxicación de diferentes especies de flora y fauna nativa.
Producción de la cocaína
Sin querer profundizar en el proceso como tal, se hará una breve descripción de las sustancias que se emplean en cada una de las etapas de producción de la pasta de coca, base de coca y clorhidrato de cocaína productos obtenidos mediante procesos de extracción y purificación del alcaloide, que es un compuesto orgánico nitrogenado que se extrae de vegetales que lo contienen como un principio activo. Este aspecto dará una idea de lo complejo de los líquidos y sólidos residuales que son vertidos en cada uno de procesos.
Etapa de hoja de coca a pasta de coca.
Es el primer subproducto de la fase inicial, se trata de sulfato de cocaína con un alto porcentaje de residuos orgánicos, pigmentos orgánicos, taninos y otras sustancias presentes en la hoja.
Insumos. – Agua – Ácido sulfúrico (puro) – Carbonato de sodio – Kerosén o Gasolina – Hoja de coca
A la hoja de coca se le adicionan los insumos y mediante un proceso de agitación se separan los alcaloides y el kerosén; se procede a retirar el agua y las hojas de la mezcla; se agrega el carbonato de sodio a la mezcla con kerosén y el ácido sulfúrico para producir un precipitado que se filtra y se realiza un nuevo precipitado para luego desechar el residuo liquido sobrante en alguna corriente de agua. El primer precipitado ya filtrado es la pasta de coca el segundo corresponde al “Basuco” que es una sustancia que se comercializa, de baja calidad y muy adictiva.
Etapa de pasta de coca a base de coca.
Se obtiene mediante el tratamiento del sulfato de cocaína.
Insumos. – Agua – Ácido clorhídrico (puro) – Permanganato de potasio – Amoniaco – Cal o cemento – pasta de coca
Se realiza la disolución de la pasta de coca en el ácido clorhídrico, se la adiciona el permanganato de potasio disuelto en agua, se realiza la mezcla de los componentes y se filtra desechando el precipitado; a continuación se agrega el amoniaco y cal disueltos en agua a la solución filtrada para que se genere la precipitación de la base de coca, se filtra y se desecha el residuo liquido resultante. El precipitado es la base de coca.
Etapa de base de coca a clorhidrato de cocaína.
Se obtiene a partir de la base de coca mediante una serie de reacciones que incluyen cambios de pH y procesos de precipitación agregando cloruros para general las sales.
Insumos. – Acetona o Éter – Ácido clorhídrico (puro)
Se realiza la disolución de la base de coca en Acetona o Éter, se procede a agregar una solución de ácido clorhídrico con Acetona o Éter para que se precipite el clorhidrato de cocaína, luego se filtra y se seca, el líquido resultante se desecha. La cocaína es solo uno de los catorce alcaloides contenidos en la hoja de coca, los otros son desechados por no ser apetecidos en el mercado de las sustancias ilícitas. Según estudios del Departamento de Estado de los Estados Unidos indican en sus análisis que cada año son vertidos en el medio ambiente una cantidad equivalente a 10 millones de litros de ácido sulfúrico, 16 millones de litros de Etil Éter, 8 millones de litros de acetona, entre 40 y 70 millones de litros de combustibles (kerosén y Gasolina).
Producción de la heroína y Látex
Desde el punto de vista ecológico la franja apta para el cultivo de la amapola está comprendido entre el bosque andino y sub-andino con condiciones de clima templado a frio y niveles de humedad muy altos y donde el bosque está compuesto por estratos vegetales de diferentes alturas con presencia de una gran diversidad biológica. En Colombia la amapola es cosechada como látex a diferencia del Asia donde se cosecha en forma de goma; su cultivo se realiza en zonas asiladas, de terrenos quebrados y en altitudes donde las bajas temperaturas ayudan a su desarrollo en algunas de sus etapas. Es un cultivo exigente en cuanto a cuidados y si ciclo productivo es de seis meses. A menor altura los cultivos tienen un desarrollo más lento pero la calidad del látex es superior debido a la menor presencia de agua en este. Se estima que la producción de látex por planta de amapola es de cinco gramos, lo que acerca a una producción de entre 20 y 40 kilos por hectárea. El procesamiento del látex a morfina es un proceso que al parecer no es muy complicado y que no requiere de conocimientos especializados, contrario al caso de la coca. “La morfina base es lograda a partir del opio bruto mediante proceso de cocido crudo y filtrado, o por ebullición y precipitación.” La actividad de procesamiento del látex para la producción de morfina es desarrollada en los mismos cultivos y los residuos de este proceso son vertidos al medio ambiente de manera incontrolada.
Efectos ambientales
Los cultivos ilícitos y las políticas en contra de las drogas tienen efectos sobre el medio natural en Colombia, los primeros efectos ambientales comienzan con la destrucción de la flora nativa, el agotamiento de la materia orgánica de los suelos de vocación forestal con los posterior generación de procesos erosivos, la destrucción de las cadenas tróficas y de los nichos ecológicos con la subsiguiente disminución del potencial genético, ocasionando migraciones y retroceso de especies animales propias de estos espacios; un factor a tener en cuenta es la generación de CO2 con alto potencial como gas generador del calentamiento global y que tiene como fuente de importancia los cambios en el uso del suelo aunado a la pérdida de superficie boscosa generando la destrucción aproximada de 380 toneladas de biomasa por hectárea. La siembra de cultivos ilícitos ha acelerado dramáticamente la fragmentación de los bosques en muchas áreas de la región andina. Desde el punto de vista ambiental, los procesos de cultivo en zonas de alta pendiente acompañados de la tala y quemas del bosque hacen que estos suelos desprotegidos de la cobertura vegetal inicien procesos de erosión que desestabilizan lo que generan proceso de remoción en masa. Este tipo practicas se ha convertido en una amenaza para los ecosistemas de bosque de niebla y paramos de Colombia afectando las fuentes de reserva de agua debido a la deforestación que se presenta en estos espacios que son convertidos en llanuras cuyo fin no corresponde a las función de acumulación y protección del agua, propias de estos espacios ecológicos. Entre los efectos ambientales se encuentra la disposición de las hojas residuales contaminadas con ácidos que son dispuestas al ambiente para producir su secado y su posterior incorporación al suelo, el vertimiento de los ácidos diluidos y sustancias orgánicas volátiles por la utilización del kerosén y la gasolina, alterando el pH del suelo y las corrientes de agua.
Conclusiones
La mayoría de los estudios realizados se enfocan en aspectos como producción, consumo de precursores químicos, cantidades incautadas, regiones productoras, incidencia social y económica y áreas cultivadas, pero no hay estudios concretos orientados a mostrar la verdadera magnitud del daño ambiental que esta actividad a generado sobre los ecosistemas afectados. No existen datos consolidados sobre la magnitud de los cultivos ilícitos en Colombia, se presentan datos oficiales del Gobierno y de agencias de otros países que en muchos casos difieren en sus cifras, pero no hay una cifra unificada de los daños de estos sobre los ecosistemas. El uso incontrolado de sustancias químicas en los procesos de fabricación de las drogas ilícitas tiene efectos sobre la salud de la población que labora en estos como en la que consume las aguas contaminadas con estos residuos ya que los excedentes de la aplicación de los químicos son arrastrados a las corrientes de agua cercanas y se incorporan las cadena tróficas acumulándose en el tejido de las especies expuestas y generando un proceso de bioacumulación cuyos resultados se manifiestan al consumir alimentos con dosis letales de estos químicos. La tala y quema indiscriminada de grandes extensiones de bosque para el desarrollo de los cultivos ilícitos, como el uso de agroquímicos generan grandes volúmenes de gases de efecto invernadero que contribuyen en proporción al calentamiento global. Si bien en los últimos tiempos las áreas de cultivo se han reducido en la mayoría de los casos las zonas afectadas aún no se han recuperado, como tampoco los ecosistemas que se han visto afectados por los vertimientos de las sustancias precursoras empleadas en el proceso de fabricación de drogas en especial de la pasta de coca. No se ha desarrollado un estudio que permita establecer la magnitud, dando cifras exactas, del daño que los cultivos ilícitos adelantados en zonas de páramo y la forma en que las reservas de agua se han visto afectadas en las zonas de páramo. En la actualidad los daños desarrollados por esta modalidad delincuencial no se han cuantificado pero sus efectos se verán en un futuro próximo cuando se desarrollen procesos de desertificación en áreas que fueran bosque primario, como también con la aparición de enfermedades relacionadas con el consumo de alimentos y aguas contaminados. No se han realizado estudios, por parte de las autoridades encargadas de la erradicación y control de estos cultivos y fábricas de drogas, sobre los efectos que tienen sus procedimientos sobre el medio natural, procedimientos que por sus características y marco legal requieren de la “destrucción” en el sitio, tanto de los insumos como de los precursores empleados en la producción de las drogas. Esto no permite identificar la eficacia de estos procedimientos, como tampoco el deducir si los controles no son más nocivos que la actividad delictiva. La falta de estudios, sobre las actividades de aspersión de sustancias químicas para el control, métodos de erradicación de los cultivos ilícitos y destrucción de las fábricas de drogas (laboratorios) que permita identificar el destino de los insumos y productos químicos que no se evaporan con la incineración son un gran interrogante sobre la efectividad de estos métodos.
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