Por Laura Camila Galvis Santacruz
En Colombia (conflictos, droga y paz, 2009), la competencia por recursos naturales escasos y la gestión no sostenible de los entornos naturales a menudo son causa de conflictos entre dos grandes tipos de intereses: por una parte el interés de su explotación y de los beneficios materiales que ella significa para determinados grupos o personas (intereses individuales económicos y sociales) y por otra parte el interés de preservar el medio ambiente y proteger la cultura de los pueblos que habitan en esos territorios (intereses colectivos ambientales y culturales). La historia de Colombia presenta muchos ejemplos de estos conflictos de intereses, que típicamente toman la forma de conflictos entre empresas (mineras, agroindustriales, forestales, energéticas o de infraestructura) y comunidades locales que ven amenazadas las bases biológicas, físicas y sociales de su existencia por grandes proyectos de inversión.
De este modo, el presente texto pretende observar y describir las relaciones técnicas y sociales que se entretejen en la explotación y extracción de Coltán en Colombia; teniendo en cuenta diferentes fenómenos y problemáticas que se producen con relación a lo político, económico, social y medioambiental como resultado de dicha explotación, además de querer entender como entran en conflicto los distintos intereses entre los actores de la explotación del mineral, a raíz de las relaciones que se configuran por la extracción de Coltán, teniendo en cuenta los márgenes de legalidad e ilegalidad que plantea el estado colombiano en tanto a la explotación minera en general. De esta manera, se pretende ver la relación y la participación que existe de la explotación insostenible y por tanto de los problemas ambientales, en la producción de los conflictos y las contradicciones planteadas anteriormente.
Dichos fenómenos y problemáticas, serán tratados desde una mirada mucho más coyuntural, tomando como fuentes distintos estudios y artículos de prensa que hacen referencia al problema desde una perspectiva crítica. Partiendo desde la extracción del mineral en el Congo hasta la aparición de este mismo en Colombia, Venezuela y Bolivia; y así, identificar cada uno de los problemas que trajo y que trae consigo la indiscriminada, ilegal, insostenible y violenta explotación del Coltán en los distintos continentes.
A raíz del auge que ha tenido la explotación del Coltán, aparece y se configura una contradicción dialéctica a nivel ideológico en la medida en que chocan dos visiones a saber: la visión capitalista, en la que la naturaleza es el medio de extracción de recursos que se pro-cesan con el fin de generar y extraer plusvalía y la visión de las comunidades étnicas, cuyo objetivo es mantener un equilibrio en los procesos de explotación y extracción de recursos, haciendo de este un proceso sostenible que cuide y mantenga una reserva de todo tipo de recurso; además de entender por la extracción de recursos la forma de sobrevivir y de mantener sus condiciones materiales de vida. Por lo que se entiende que la raíz de la contradicción y el movimiento dialéctico está en la forma de utilizar los recursos y la visión que se tiene sobre los mismos, lo que se asocia directamente con la relación hombre naturaleza en cuanto a significación cultural y la reproducción de las condiciones materiales de vida. De hecho, con el desarrollo del auge de este fenómeno, se encuentran distintas denominaciones, algo simbólicas, de este mineral como que el Coltán (Millera, 2006), es el nuevo maná, el oro gris, el petróleo de barro, es decir, un tesoro.
Además encontramos algunas compañías (Bayer, Ericsson, Hitachi, IBM, Intel, Nokia, Sony, Siemens, Samsung) que hacen parte del aglomerado grupo que se lanzó en picado desde hace algunos años sobre el Coltán, trayendo consigo bastas consecuencias en tanto a dimensiones sociales, políticas, económicas y ambientales. También, entendemos que el principal pro-ductor de Coltán es la República Democrática del Congo con cerca del 80% de las reservas mundiales estimadas; de igual manera, existen reservas probadas o en explotación en Brasil de un 5%, Tailandia con otro 5% y Australia, esta última con el 10% de las reservas mundiales estimadas. Según informes de agencias inter-nacionales de prensa, la exportación de Coltán ha ayudado a financiar a varios bandos de la Segunda Guerra del Congo, un conflicto que ha resultado con un balance aproximado de más de 5 millones de muertos. Ruanda y Uganda están actualmente exportando Coltán robado del Congo a occidente (principalmente a los Estados Unidos), en donde se utiliza casi exclusivamente en la fabricación de condensadores electrolíticos de tantalio. Es utilizado en casi la totalidad de dispositivos electrónicos: teléfonos móviles, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, televisores de plasma, videoconsolas, ordenadores portátiles, PDA, MP3, MP4 etc.
Muchas de las guerras en la zona (el Congo) son por motivos étnicos, pero la ONU no duda en afirmar que este mineral estratégico financia las guerras y es una de sus causas principales. Por ejemplo, Uganda no tiene Coltán pero exportó en 1999 la cantidad de 69,5 toneladas, ya que Ruanda, mediante el tráfico ilegal de Coltán, ha ingresado en sólo 18 meses, 8.300 millones de euros; También comercian con otros minerales importantes, como casiterita, germanio. Ambos países (Uganda, Ruanda) cuentan desde 1997 con el respaldo de los EE UU. El informe de la ONU es especialmente crítico con el Banco Mundial (BM), ya que no olvidemos que es un invento y ahijado suyo. El BM pondera de forma muy positiva en sus últimos informes los éxitos económicos de Uganda, propuesto desde hace 15 años como modelo de desarrollo africano por EE UU, sin que medie comentario alguno sobre el origen de la extraña procedencia de sus ingresos; ni una palabra sobre las lucrativas exportaciones de oro, diamantes y Coltán, a pesar de que es un país sin producción propia. La guerra que padece la República Democrática del Congo (Eco Portal.net., 2004) tiene como causa la depredación de metales preciosos y recursos estratégicos; con ellos se enriquecen unos cuantos y se financia la propia guerra. Los culpables son muchos.
Según un grupo de expertos de Naciones Unidas, que elaboró un informe sobre la guerra en este país, el Ejército Patriótico Ruandés (APR) ha montado una estructura ad hoc para supervisar la actividad minera en Congo y facilitar los contactos con los empresarios y clientes occidentales. Se han creado varias empresas mixtas entre los negociadores europeos del Coltán y miembros del APR y del círculo de personas cercanas al presidente ruandés Paul Kagame. El ejército ruandés traslada en camiones el mineral a Kigali, capital de Ruanda, donde es tratado en las instalaciones de la Somirwa (Sociedad Minera de Ruanda), antes de ser exportado. Los últimos destinatarios son Esta-dos Unidos, Alemania, Holanda, Bélgica y Kazajstán. La compañía Somigl (Sociedad Minera de los Grandes Lagos), tiene el mono-polio en el sector; es una empresa mixta de tres sociedades: Africom (belga), Promeco (ruandesa) y Cogecom (surafricana). Entrega 10 dólares por cada kilo de Coltán exportado al movimiento rebelde Reagrupación Congoleña para la Democracia (RCD), que cuenta con unos 40.000 soldados, apoyados por Ruanda. “Con la venta de diamantes, ha declarado el mismo Adolphe Onusumba, presidente de la RCD: “ganábamos unos 200.000 dólares al mes; Con el Coltán llegamos a ganar más de un millón de dólares al mes”. En la zona controlada por los ugandeses, ha señalado la periodista Marina Rini (importante periodista para el desarrollo de la información e investigación del fenómeno del Coltán en la República Democrática del Congo) después de visitar el noreste de la República Democrática de Congo, no existe monopolio. Asegura que en Butembo operan seis grandes compradores extranjeros, oficialmente en competencia entre ellos. Los empleados extranjeros, aparte de un ugandés, son todos ex soviéticos: rusos o kazakos tal vez. Sin revelar su identidad han confesado a Marina Rini: “Vivíamos desde hace varios años en Suráfrica y ahora hemos venido a comerciar con el Coltán”. A ellos les compra Kazajstán.
Informaciones reservadas de las Naciones Unidas revelan que el tráfico lo organiza la hija del presidente kazako, Nursultan Nazarbaev, a través de sociedades mixtas belgas. La hija de Nazarbaev está casada con Vassili Mette, director general de Ulba, la empresa kazaka que extrae y refina uranio, Coltán y otros minerales estratégicos. Al parecer, Salim Saleh, hermano del presidente ugandés, Yoweri Museveni, no está al margen de este floreciente negocio. Ésta es, a grandes rasgos, la sutil tela de araña de un negocio internacional que está alimentando una guerra en el corazón de África y empobreciendo a los ciudadanos de uno de los países más ricos de la tierra. Pero hay más. El IPIS (Servicio de Información para la Paz Inter-nacional) ha realizado un minucioso estudio sobre las vinculaciones de empresas occidentales con el Coltán y, por tanto, con la financiación de la guerra en la República Democrática de Congo. Los documentos reunidos por esta organización establecen que la compañía belga Cogecom sprl ha sido un socio clave en el monopolio instaurado por los rebeldes congoleños. Las transacciones entre Somigl y Cogecom supusieron 600.000 dólares para la RCD sólo en el mes de diciembre de 2000. Otras transacciones similares han tenido lugar entre Somigl y Cogear, una compañía con una dirección ficticia en Bélgica. Entre otras investigaciones, existe una sobre las actividades del grupo alemán Masingiro GMBH, que revela tres transacciones comerciales realizadas entre junio y septiembre de 2001 y que cubrían la exportación de 75 toneladas de Coltán.
Las cantidades en juego hacen pensar que el Coltán exportado por la compañía alemana procede de stocks acumulados por el monopolio de la RCD (la Somigl). Este Coltán ha sido enviado a Alemania a través del aeropuerto de Ostende y el puerto de Amberes por las compañías de transporte TMK (vinculada a la RCD), A.B.A.C y NV Steinvweg (Bélgica). El Coltán estaba destinado sin duda a la fábrica de tratamiento de tántalo en manos de H.C. Starck, filial de Bayer y líder mundial en la materia. El hombre de negocios suizo Chris Huber parece jugar un papel primordial en la financiación del esfuerzo de guerra de Ruanda. La investigación demuestra que sus compañías Finmining y Raremet compran el Coltán de Rwanda Metals, una compañía que actúa en nombre del ejército ruandés y lo revende a la fábrica de transformación Ulba en Kazajstán. Se sabe que existen transacciones entre Finmining y la compañía kazaka de fletes Ulba Aviakomapnia/Irtysh Avia para los envíos de Coltán de Kigali a Kazajstán. Chris Huber podría estar ligado a Victor Bout, un conocido traficante de armas, suministrador de diferentes grupos rebeldes y armados en África.
De igual manera, entendemos él Coltán como la principal causa del desencadenamiento de la última guerra en el Congo. Un conflicto que tiene su origen en agosto de 1998 y que terminaría oficialmente en 2003 y sobre el que Naciones Unidas en su informe S/2002/1146 de 16 de octubre de 2002 (cuatro años después del inicio) dijo: “Para los más de 20 millones de personas que viven en las cinco provincias de la región oriental de la República Democrática del Congo, el número de defunciones directamente atribuibles a la ocupación de Ruanda y Uganda puede estimarse entre 3 y 3,5 millones de personas”. Más recientemente, en julio de 2004, el Internacional Rescue Committee estimaría en 3,8 millones el número de muertes atribuibles directa o indirectamente a la guerra desde el año 1998. Se señala que el mayor beneficiario del Coltán congoleño durante la guerra fue Ruanda. Según informes de Human Right Watch, el Ejército regular, o bien alguna de las guerrillas que financiaba, empleaba prisioneros hutus, así como a la población local, incluidos niños para la extracción del mineral en los yacimientos de aluvión que salpicaban el área bajo su control.
Antes de que el mineral fuera transportado por carretera o avión a Ruanda habría pasado por cuatro o cinco comisionistas, generalmente miembros de alto rango del Ejército o de alguna de las facciones guerrilleras. Una vez en Ruanda, el mineral pasaba al departamento administrativo informal ‘Congo Desk’ y dos empresas: Rwanda Metals y Grands Lacs. La organización de Uganda en la extracción del Coltán, según informes de la ONU, era mucho menos sistemática y piramidal, y también esta-rían involucrados altos cargos del Ejército o de las guerrillas financiadas, entre otros, por un hermano del actual presidente de Uganda. A partir del año 2001 la ONU había enviado a la zona un ‘grupo de expertos’. Los informes por ellos elaborados proponían acabar con la guerra la declaración de un embargo en la zona tanto de armas como de las importaciones y exportaciones de oro, diamante y Coltán sobre los países invasores. De la misma forma, proponían sancionar tanto a los países como a las empresas que incumplieran con el embargo. También aconsejaba una congelación de los activos financieros de los movimientos rebeldes (aliados de los países invasores) y sus líderes y que se estableciera un proceso de certificación de origen del diamante, oro y Coltán.
Los innumerables informes de diversas ONG o de la propia ONU que iban saliendo a la luz, y que acusaban a Ruanda y Uganda del expo-lio de las riquezas minerales del Congo, permitieron una cierta presión internacional y el establecimiento de listas negras de empresas que operaban en la zona. Así 34 empresas (27 occidentales) fueron acusadas de importar Coltán y casiterita y se consiguió que la compañía aérea belga Sabena suspendiese el transporte del mineral que realizaba desde Kigali (capital de Ruanda) a Bruselas. Sin embargo, otras rutas alternativas siguieron funcionando, y un considerable porcentaje del Coltán congoleño siguió saliendo al mercado camuflado como procedente de Brasil o Tailandia. Las medidas tomadas resultaron muy poco efectivas y en el Consejo de Seguridad no se llegó a ningún acuerdo para adoptar otras más influyentes. En realidad, ni el Gobierno de EE UU ni los de la Unión Europea mostraron una voluntad política real para acabar con el conflicto en detrimento de sus intereses particulares. Más bien al contrario: muchos países occidentales siguieron ayudando a Uganda y Ruanda tanto militarmente como a través de cuantiosas ‘ayudas al desarrollo’. Por ejemplo, la agencia de ayuda británica (DFID) anunció en septiembre del año 2000 un préstamo de 95 millones de dólares sobre un periodo de tres años para ayudar al Gobierno ruandés.
Resulta paradójico y difícil de comprender cómo era necesaria una ayuda a países que poseían los suficientes recursos para invadir a su vecino. En este sentido, informes publicados por la ONU en abril de 2001 estimaban que el gasto militar de Ruanda en municiones, abastecimiento y vuelos de su Ejército en el Congo rondaba los 60 millones de dólares al año, mientras otros informes también publicados por la ONU y por comisiones independientes estimaban que en el año 2000 Ruanda había ganado 40 millones de dólares por diamantes, 15 millones por el oro y 191 millones por el Coltán, todos extraídos en suelo congoleño. Uganda habría ganado en sus zonas bajo control 1,8 millones por diamantes, 105 millones por el oro y 6,2 millones por el Coltán. Ruanda y Uganda no sólo se beneficiaron durante el periodo de guerra de la ayuda de los países donantes, sino que parte de sus deudas externas fue cancelada y además fueron considerados como modelos de desarrollo económico. Por otro lado, la ayuda militar también continuó durante el conflicto, y fueron firmados planes de cooperación entre EE UU y los dos países africanos.
Sorprendentemente, el acuerdo con Ruanda llegó después de que una de sus guerrillas se tomara Bukavu, la capi-tal de Kivu Sur, entre mayo y junio del 2004. En una mirada un poco más nacional sobre el fenómeno, en un artículo publicado por semana (semana, 2009), encontramos la crítica que se le hace al gobierno colombiano y a la autoridades respectivas, sobre los yacimientos encontrados de Coltán, argumentando que mientras Venezuela militariza estos mismos, Colombia los deja a merced de los contrabandistas; ya que se han empezado a evidenciar yacimientos de Coltán en la Orinoquía, especialmente en Vichada, Guainía y Vaupés, lo cual ha venido generando una ola de comerciantes, especuladores y grupos armados alrededor de un negocio que sólo en el 2009 movió más de 40 millones de dólares. Además, desde hace unos cuatro años este mineral está siendo extraído en varias regiones del oriente de Colombia para exportarlo a comercializadores internacionales; Tanto, que en meses anteriores se filtró la noticia de que una empresa había pedido a Ingeominas permiso para extraer un Coltán de excelente calidad en 35.000 hectáreas entre Vichada y Guainía; Otras cuatro licencias estaban en camino. Al igual, en Bolivia ya fue encontrado un yacimiento que será entregado en concesión. En Colombia, industriales provenientes de la República Popular China, están tras la búsqueda del mineral y ya tienen sus ojos puestos en probables yacimientos en el Vichada, especialmente en la producción de resguardos indígenas de la Orinoquía. Siguiendo la publicación, hace unos tres años un puñado de comerciantes llegó hasta zonas de Vichada y Guainía para promover la explotación de Coltán en regiones cercanas al Orinoco o sus afluentes. Como la minería de este material no está reglamentada en el país, los comerciantes se ampararon en registros falsos y en que parte de los yacimientos están en resguardos indígenas para comprar y vender el producto. Mediante el barequeo en ríos y laderas recogen el mineral, que después es sacado a Bogotá, donde una tonelada puede costar entre 40.000 y 60.000 dólares.
Algunos dijeron que los comerciantes tienen que pagar un impuesto de 2.000 a 2.500 dólares por tonelada a las autodefensas y la guerrilla que están en algunas de esas zonas. En efecto, en Colombia hay un gigantesco vacío técnico y jurídico frente a este mineral. Por un lado, Ingeominas no tiene estudios confiables ni suficientes que determinen las zonas productoras, el alcance básico de las reservas y la forma como se debería llevar a cabo su extracción y el pago de regalías e impuestos. Al ser interrogados sobre estos temas por SEMANA, los funcionarios de esa entidad estatal no dieron ninguna respuesta. Por otra parte, según Luis Ignacio Ramos, abogado experto en el tema, como este mineral se recoge a cielo abierto, sin penetrar el subsuelo ni con un trabajo minero intenso, se puede alegar que es una minería de subsistencia, que tiene muchas excepciones legales. A esto se suma que parte de la explotación actual se está haciendo en territorios indígenas, en los que los gobernadores tienen autonomía.
Desde otra perspectiva, y tomando como fuente un estudio adelantado por la Universidad Nacional (el nuevo día, 2010), se pudo establecer que la presencia del Coltán (oro azul) en Colombia no es nada nueva. Según la institución el elemento mineral ha pasado inadvertido en el país, razón por la cual ha facilitado su tráfico ilegal en varias zonas del territorio nacional. Los resultados se pudieron establecer después de que dos estudiantes de la UN se trasladarán hasta Guainía de donde confirmaron que el Coltán había sido encontrado por los habitantes de la región desde años atrás y no desde el 2009, como algunos lo afirmaron. Además se evidenció que los indígenas del oriente colombiano están siendo explotados, ya que existen quienes pagan por el mineral cerca de 20 mil pesos por Kg., siendo que su precio, en carga, puede estar entre los 350 millones de pesos. Los minuciosos análisis geológicos adelantados en los laboratorios de la Universidad Nacional, con asesoría del mineralogo alemán Thomas Cramer, advierten que se trata de minerales que contienen elementos químicos de la naturaleza como hierro y titanio, pero particularmente compuestos de tantalio y niobio.
Ante la posible presencia de organizaciones dedicadas a la explotación ilícita de Coltán en Colombia, autoridades y representantes del sector político buscan prevenir que en el país se vivan las graves consecuencias que la extracción de esta mezcla de minerales le trajo al Congo (África), con cientos de miles de muertes en medio de un conflicto por el control de sus yacimientos. En otro artículo publicado por la revista minera (2010) de la prensa venezolana, nos informan que a partir de septiembre u octubre, el Instituto Colombiano de Geología y Minería (Ingeominas) concesionará 10 millones de hectáreas de los departamentos de Guainía, Vichada y Vaupés para la exploración a empresas mineras, locales y extranjeras. “Una vez tengamos los estudios y la reserva especial del Estado, procederemos a iniciar las subastas públicas”, dijo el director de Ingeominas en ese entonces, Mario Ballesteros. De esta manera, Ingeominas pretende determinar el real potencial que tiene este superconductor, muy apetecido por la industria electrónica. Los estudios geológicos fueron iniciados por el Gobierno en febrero, y Ballesteros dijo que estarían terminados en septiembre u octubre, cuando se abriría una subasta para que empiecen a ser explorados. El funcionario dijo que se subastarán varios bloques, como lo hace la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) en los campos petroleros. “Se va a hacer una mine-ía importante hacia septiembre u octubre y vamos a hacer una subasta para que participen aquellos mineros y demás interesados”, agregó.
En otra perspectiva y queriendo aterrizar el problema, encontramos estudios sobre la problemática que se vive en el departamento del vichada, (Departamento con una superficie de 98.970 km2, con una población de 96.138 Hab, y tiene como capital Puerto Carreño, el cual cuenta con 17.737 Hab. Proyección DANE 2005) a raíz de la explotación del Coltán. Es así, que en un artículo publicado por una organización del pacifico con ayuda del DAS sobre la investigación y revisión de los títulos mineros otorgados, vemos que “Las autoridades han encontrado que en los últimos 20 años han salido de forma ilegal por la frontera con Venezuela y con destino hacia Brasil toneladas de Coltán, donde los compradores les pagan a indígenas $10.000 por kilo o a manera de trueque los cambian por jabones y comida. Un gran negocio, pues se calcula que una tonelada de Coltán en Bogotá puede costar entre US$40 y US$60 mil” (el espectador, 2010).
Es de esta forma que se evidencia la mediación de los brasileños en el comercio ilegal del Coltán, ya que son ellos quienes ilegalmente se adentran en territorio colombiano para comercializarlo, dice el informe de inteligencia; además, indica que Puerto Carreño es un punto de tránsito para el mineral que ingresa desde Venezuela con destino hacia Bogotá o el Pacífico, donde es exportado. Complementario a esto encontramos que la información de primera mano (que es posible cotejar con la encontrada en prensa e investigaciones publicadas) obtenida por medio de distintos actores que han llegado al laboratorio de fluorescencia de rayos X de la Universidad Autónoma de Colombia de la sede de Bogotá, ha sido producto de la realización de distintos análisis de composición elemental de diversos minerales, siendo el Coltán el de mayor solicitud. Dicha información, allí recogida, da cuenta de la vivencia de mineros, comerciantes y empresarios directa e indirectamente relacionados con la explotación, distribución y disponibilidad del Coltán en el mercado; así, permitiendo entender y explicitar más claramente las diferentes problemáticas y relaciones que se configuran alrededor de la explotación del mineral y de las diversas connotaciones para cada uno de los actores involucrados. De igual forma, también encontramos que en año y medio el auge de clientes que buscan analizar sus muestras de minerales ha sido alto, pero en el primer semestre del 2011 se ha visto una reducción del interés por este mineral bastante sensible; los clientes, en su mayoría comerciantes, ya tienen sus ojos puestos en otros minerales con distintos elementos como tungsteno, estaño, hierro y titanio. Argumentan que por falta de reglamentación por parte del gobierno, y lo difícil de hacer legalmente la exploración, explotación y comercialización, han venido volcando la mirada a otros minerales en donde la ganancia es menor pero se pueden manejar mayores volúmenes y márgenes de seguridad. Algunos aseguran, que la verdad es que el Coltán colombiano se está llevando ilegalmente por Venezuela y Brasil.
Conclusiones
Se ha planteado el tema del estado actual del Coltán en Colombia, con base en la contextualización y desarrollo histórico del fenómeno en los distintos continentes, partiendo desde la república Democrática del Congo hasta Venezuela, Bolivia y Colombia; y la interrelación existente entre los mismos, a partir de la aparición de las distintas problemáticas (sociales, políticas, económicas y ambientales) que emergen como resultado de la insostenible extracción y explotación de Coltán. De esta manera, llegando a entender la magnitud del problema que acarrea la aparición y existencia del fenómeno del mineral en nuestro país, como una nueva vorágine, o dimensionar a Colombia, como el nuevo Congo suramericano (respecto a la guerra producida por la disputa de este nuevo “oro negro”).
Referencias
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